miércoles, 18 de julio de 2012

Los políticos y el Patrimonio Cultural

Hacía bastante tiempo que no encontraba una motivación lo suficientemente fuerte como para actualizar el blog. Después de días escuchando recortes, ajustes, bajadas de sueldo y subidas de impuestos, he encontrado hoy por fin un tema que me interesa, y sobre el que me gustaría compartir mi visión con todo el mundo. 

El tema en cuestión no es otro que el que da título a este post: La relación entre la figura del político y el Patrimonio Cultural. Dos son los hechos que me han llevado a escribir hoy: En primer lugar, mi reciente visita a la Plaza Redonda de Valencia; y la segunda: El cambio de la festividad de San José, que pasa del día 19 al tercer lunes de marzo. 

Voy a centrarme en el primer punto. Para todo aquel que no haya tenido la oportunidad de visitar el centro histórico de la ciudad de Valencia, hay que destacar que la Plaza Redonda fue desde mediados del siglo XIX un punto de encuentro para el comercio de la ciudad. Y cuando digo comercio, no me refiero al habitual, sino a uno mucho más genuino y pícaro: el estraperlo y el intercambio. Siempre fue un lugar en el que poder encontrar casi cualquier tipo de objeto nuevo o de segunda mano, animales, plantas, telas, hilos, objetos cerámicos, etc. Su declive comenzó en los años '90, cuando el Ayuntamiento de la ciudad comenzó a ahogar las costumbres que mantenían viva la plaza, a través de nuevas ordenanzas municipales. Supongo que en su día, los diligentes (que actualmente siguen siendo los mismos, o sus hijos, sobrinos...) pensaron: démosle tiempo, morirá sola. Y así ha sido. En pleno siglo XXI ha caído en las garras de la neo-restauración valenciana. Dícese de aquélla que en lugar de restaurar, reconstruye, reinterpreta y reinventa. Y lo que yo pienso es: ¿Existen informes de técnicos en Conservación del Patrimonio Cultural? En caso afirmativo, ¿no cumplen con su función, o es que es finalmente el político el que decide cómo actuar sobre el bien patrimonial a motu propio? Son todas las preguntas que a uno le vienen a la cabeza al observar el avance de la actuación sobre la plaza. Aquí podéis ver una imagen que vale más que mil palabras.




Ahora desarrollaré el segundo punto que anteriormente avancé. Tal y como señalé, todo indica que se traslada la celebración de la fiesta por excelencia de la ciudad de Valencia (y de gran parte de la Comunidad Valenciana) al tercer lunes de marzo. La pregunta que me suscita la situación algo irreal que hemos vivido hoy es: ¿Es legítimo que un único representante político tome una decisión que afecta tan profundamente al Patrimonio etnológico e identitario del pueblo al que representa? ¿Hasta qué punto la figura del político electo democráticamente tiene poder para tomar este tipo de decisiones sin someterlas a referéndum? Muchos pensaréis que se trata de un tema de interés menor, frente a la que nos está cayendo encima en época de recesión, recortes y rescates bancarios. Para mi se trata del fruto de una crisis mucho peor, una crisis de valores, que nos impide reaccionar. Si una decisión política unilateral es capaz de cambiar una tradición que se lleva celebrando durante más de dos centurias, y nos callamos... ¿Qué no serán capaces de decidir sobre nuestra vida sin que digamos nada? Creo que éste es un tema para la discusión y la reflexión.




Y sea como sea... ¿estamos entonces ante un sistema realmente democrático y representativo de la voluntad social? Yo lo dudo, ya que mi entorno, mis costumbres y mi forma de vida se ven obligadas a cambiar en contra de mi voluntad. Opinad vosotros mismos. ¡Hasta pronto!

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