domingo, 12 de agosto de 2012

London 2012




Son ya estos los segundos Juegos Olímpicos que se celebran desde que existe este blog. O lo que viene a ser lo mismo, este blog existe ya a lo largo de casi dos Olimpíadas. (Recordemos que una Olimpíada es el tiempo que transcurre entre unos juegos y otros, y cuya duración es de cuatro años). De este modo, esta noche entraremos en la XXXI Olimpíada de la Era Moderna, y Río de Janeiro recibirá de las manos de London la bandera olímpica.

Por suerte o por desgracia, según se mire, éstos han sido los juegos a los que más atención he prestado, ya que por primera vez en mi vida ya no soy un tierno estudiante que debe prepararse para septiembre, y por otra parte, en estos meses estoy en el enorme grupo del desempleo español, donde se pudre de asco más del 50% de la juventud española. Digamos pues, que he disfrutado de tiempo libre para ver, y volver a ver, y re-volver a ver los partidos, carreras, actuaciones, etc. de casi todas las modalidades deportivas que se han emitido por la televisión pública y a través de Internet.




Lo primero que me sorprendió fue el desfile de los países participantes en la Ceremonia de Apertura (hay que ver cómo me recuerda este acto a Eurovisión). Aparte de lo infumable de su duración, me alegró ver que la mayoría de los abanderados era mujeres, incluso en países donde actualmente siguen estando discriminadas legalmente. Ojalá no se quedara sólo en una imagen de modernidad impuesta por el COI, y se trasladara a todos los países la necesidad de potenciar la igualdad entre los seres humanos independientemente de su sexo. Ojalá. Pero bien, para empezar, está muy bien. 
Ah, y también merece una mención la originalidad y el simbolismo del pebetero, formado por los pétalos llevados por los niños que acompañaban a cada uno de los países, cuya unión dio lugar a un pebetero único.




Lo siguiente que me llamó la atención en la mencionada ceremonia fue la propia gala audiovisual, donde los británicos hicieron gala de todo su poderío cultural. Básicamente le dijeron al resto del mundo de todo lo que han sido capaces desde 1948, cuando celebraron sus últimos juegos. Nos mostraron su potencial musical, literario y cultural en general durante el último siglo, la creación de Internet, el desarrollo de su Sistema Nacional de Salud, etc. Incluso apareció en escena Paul Mc Cartney tras el encendido del pebetero olímpico. ¿Os imagináis qué podría ofrecer España si fuera el país anfitrión? A mi me cuesta mucho encontrar figuras españolas internacionalmente reconocidas, ¿y a vosotros?

Y retomando el tema de la participación de la mujer, la delegación española ha cosechado un total de 17 medallas, de las cuales 11 han sido obtenidas por mujeres. Bravo. Y más bravo todavía para todos aquéllos que han conseguido su medalla para los deportes minoritarios, como son la vela, el piragüismo, el taekwondo, waterpolo o lucha. Estos deportistas, de los que solamente se habla el día en que compiten en los juegos, o cuando consiguen una medalla en nombre de España, merecen un mayor reconocimiento por parte de las autoridades, de los medios de comunicación y de la sociedad en general. 




También es digno de admirar que la televisión pública haya dedicado casi toda la programación íntegra de su principal canal a retransmitir los juegos. Al menos nos ha ayudado a desintoxicarnos de las palabras "crisis" y "recortes", que ya retruenan en nuestros oídos como el pan nuestro de cada día. Y por cierto... tal y como está la situación... Menos mal que no se adjudicaron los juegos a la candidatura de Madrid 2012, ¿verdad?. No sé cómo se hubiera enfrentado nuestro maltrecho país a tal gasto, a la vez que nos recortan hasta en medicamentos. No, no lo quiero ni pensar.




Sin embargo, hay algo que prevalece frente a todas estas cosas mundanas a las que estoy haciendo referencia. Hay algunos que lo llaman espíritu olímpico. Yo creo que va más allá de esas dos palabras. Creo que son una serie de valores que trascienden más lejos del deporte, y con los que parte de la sociedad es capaz de identificarse. Es por ello por lo que somos capaces de emocionarnos viendo a nuestros deportistas subidos al podio. Son la viva imagen de la superación, el trabajo, la constancia, el esfuerzo, el sufrimiento y las ganas de crecer y ser mejores cada día. ¿Acaso no es eso la vida? 

¡Hasta pronto!

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