He decidido titular así este nuevo post después de una serie de acontecimientos recientes que han ocurrido en mi vida. No voy a entrar en cuáles han sido exactamente, porque no es lo importante. Lo importante es la reflexión que ha tenido lugar en mi cabecita a lo largo de estos días. Y es que muchas veces, cuando uno se acerca como un humilde mortal más a una importante institución, e intenta mostrar su capacidad para desarrollar un trabajo determinado, poniendo al abasto de la propia empresa su valía y conocimientos, todo parece funcionar bien hasta que llega el momento de transformar en real el trabajo teórico.
En ese momento comienzan los problemas, aunque con las excusas presentadas de una forma muy diplomática. Y es que la sensación que surge en mi interior en estos momentos es la del miedo, pero no propio, sino del miedo que sienten los poderosos. Miedo por el cambio, miedo a todo lo que huele a nuevo, miedo a las nuevas ideas, miedo a que un joven más preparado que ellos sea mejor en su trabajo.
Creo que para conseguir un desarrollo social y económico efectivo debe partirse de la base del aperturismo. Con esto del aperturismo me refiero a que los directivos deben aprender a dejar a un lado los prejuicios, las ideas preconcebidas, los miedos, y aferrarse a las inquietudes, a las necesidades y a las demandas de la sociedad actual. No pegarse con superglue al sillón de piel que les asegura un buen sueldo cada mes, ese rancio inmovilismo. Pero entrar en este tema sería ya muy denso, ya se sabe que lo del altruismo no se tiene muy en cuenta en estas esferas. Y todo ello sin que les importe un comino que los jóvenes preparados de este país nos estamos pudriendo en las listas del paro. Si no, ya me diréis a mi dónde están esas medidas para darnos una oportunidad en la vida a los jóvenes para desarrollarnos como profesionales. Que por cierto, aunque se acerquen las elecciones municipales de 2011, pongo en juego mi título de licenciado en que ni un sólo partido político (de los grandes, claro) presenta ni una sola medida REAL para acabar con este panorama que nos ahoga. Lo veo, lo veo. No tienen ni idea de por donde tirar. Tiempo al tiempo. Resulta sumamente curioso que atravesando una crisis tan profunda como la que estamos sufriendo, NADIE, al menos de una forma visible, sea capaz de cuestionar el sistema capitalista. Muy curioso, sí señor. Pero bueno, todo esto es harina de otro costal.
Acabando, me comprometo a: Si algún día ostento algún tipo de cargo (aunque sea de presidente de falla, mire "usté"), prometo cumplir mi palabra: escuchar a los jóvenes, impulsar nuevas ideas y no aferrarme al cargo como si hubiera nacido con él bajo el brazo. Amén.
¡Hasta pronto!
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